- ¿Te trata siempre con tanta descortesía?
- Sí, por desgracia.
- ¿Y tú siempre te muestras igual de amable?
- Sí, así es.
- ¿Y por qué eres tú tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
- Porque no quiero que sea él quien decida cómo debo actuar yo.
La persona "plenamente humana" es la persona que consigue ser "ella misma"; que no se doblega ante cualquier viento que pueda soplar ni está a la merced de la mezquindad, la vileza, la impaciencia y la ira de los demás; que no se deja transformar por el ambiente, sino que es ella la que influye en éste.
Por desgracia, la mayoría de nosotros nos sentimos como una embarcación a merced de los vientos y las olas. Cuando los vientos rugen y las olas se encrespan, nos falta lastre y decimos cosas como: "Me pone enfermo..."; "Me saca de mis casillas..."; "Sus observaciones me hacen sentirme terriblemente violento..."; "Este tiempo me deprime increíblemente.."; "Este trabajo me aburre soberanamente..."; "Sólo con verle me pongo triste..."

Esto no significa que haya que reprimir las emociones o negar la plenitud de las mismas. Lo que significa es, más bien, el equilibrio y la de las emociones. En la persona humana plenamente viva no puede darse ni el amortiguamiento de los sentidos y emociones ni la entrega incondicional a los mismos.
integración
La persona plenamente viva escucha a sus sentidos y emociones y sintoniza con ellos; pero el entregarse a ellos supondría abdicar del intelecto y de la capacidad de elegir, dos facultades que hacen a los seres humanos superiores a los animales.