Si no te amas a ti mismo nunca podrás amar a nadie. Si tú no eres amoroso contigo no puedes ser amoroso con nadie. Lo que quiera que eres contigo mismo lo eres con los demás. Deja que eso sea una referencia básica. Si te odias a ti mismo, odiarás a los demás. Y te han instruido a odiarte, a despreciarte a ti mismo. Nadie te ha dicho:"Ámate a ti mismo". Incluso la idea parece absurda:¿amarse a sí mismo? La propia idea no tiene sentido:¿amarse a sí mismo? Siempre creemos que para amar necesitamos a alguien. Pero si no puedes amarte a ti mismo no podrás practicarlo con los demás.
Te han dicho- te han condicionado constantemente-, diciéndote que tú no vales para nada. De todas partes has recibido el mensaje de que no eres como deberías ser, que no eres válido tal como eres. Y en tu cabeza hay muchos requisitos de cómo deberías ser. Y esos deberías son casi imposibles de colmar.Y cuando no los puedes colmar, cuando te quedas corto, te sientes indigno, y surge un profundo desprecio interior hacia ti mismo.
¿Cómo puedes amar a alguien? ¿Con tanto desprecio, dónde vas a encontrar el amor? Solamente pretendes, solamente te muestras enamorado. Pero en lo más profundo no estás enamorado, no puedes estarlo. Esas pretensiones están bien para unos días, hasta que el color se diluye y la realidad se hace patente.
El primer paso es: acéptate tal como eres, descarta todos los deberías. ¡No cargues con ningún deberías en tu corazón! No tienes que ser otro, no tienes que ser de otra forma. La existencia no espera de ti algo que no eres; solamente espera que seas tú mismo. Relájate y sé simplemente tú mismo. Sé respetuoso con tu individualidad. Y ten el coraje de rubricar tu propia firma. Deja de copiar la firma de otros.
La existencia no espera de ti que te conviertas en un Jesús, en un Buda o un Ramakrishna. Simplemente se espera de ti que seas tú mismo. Es una suerte que Jesús nunca tratara de ser como Abraham o Moisés, y fuese Jesús. Es una suerte que Buda nunca tratara de ser como Patanjali o Krishna, y gracias a ello fue Buda.
Cuando no trates de ser alguien que no eres, entonces naturalmente te relajas. Y una belleza empieza a aflorar. Entonces irradias grandeza, esplendor, armonía, porque cesa el conflicto, no tienes que ir a ninguna parte, no tienes que luchar para conseguir algo, no tienes que forzar nada, no tienes que presionarte y ser violento contigo. Te vuelves inocente.
En esa inocencia sentirás compasión y amor hacia ti mismo. Te sentirás tan contento contigo mismo que aunque Dios venga y llame a tu puerta y te diga: "¿Te gustaría ser otra persona?" Le dirías: "¿Te has vuelto loco? Gracias, pero no trates de hacer eso conmigo. Soy perfecto tal como soy".
En el momento que puedes decirle a Dios "Soy perfecto como soy, soy feliz tal como soy", a esto en Oriente lo llamamos "shraddha", confianza. Te has aceptado a ti mismo y en esa aceptación has aceptado al creador. Rechazándote a ti mismo rechazas a tu creador.
Cuando dices "Yo debería hacer esto", estás tratando de mejorar a Dios. Estás diciendo "has cometido errores, yo debería ser así y tú me has hecho de otra forma". Estás tratando de pasar por encima de Dios. No es posible. Estás luchando en vano. Estás destinado a fracasar.
Y cuanto más fracasas, más te desprecias. Cuanto más fracasas, más te censuras. Cuanto más fracasas, más impotente te sientes. Y consecuencia de este desprecio, de esta impotencia, de esta frustración, ¿cómo puede surgir la compasión?. La compasión nace cuando estás perfectamente asentado en tu ser. Tú dices "Sí, yo soy así". No tienes ningún ideal que colmar. ¡E inmediatamente empiezas a sentirte satisfecho!
Las rosas florecen tan hermosas porque no tratan de ser como una flor de loto. Y los lotos florecen tan hermosos porque no han oído leyendas sobre otras flores. Todo en la naturaleza es intrínsecamente hermoso porque nadie trata de competir con nadie, nadie trata de ser algo que no es. Todo es tal cual es.
Simplemente date cuenta. Se tú mismo y recuerda: no puedes ser otra cosa, hagas lo que hagas. Es un esfuerzo inútil. Tú tienes que ser tú mismo.
Sólo hay dos caminos. Uno es rechazarte, condenarte, y seguirás siendo el mismo. O el otro camino es aceptarte, rendirte, disfrutar, deleitarte, y seguirás siendo el mismo. La actitud es distinta, pero seguirás siendo como eres.
Una vez que te aceptas, nace la compasión. Y entonces empiezas a aceptar a los otros.
OSHO
"A suden Clash of the Thunder" # 8, Q.1
Siempre me ha gustado expresarme escribiendo, las palabras salen más fluídas y me permite profundizar más en mis pensamientos. Ahora mi camino está en la búsqueda de la serenidad y la confianza, y a ello me ayudan terapias como la Cráneo Sacral, el Reiki, el propio contacto con mis pacientes y amigos y la práctica del Aikido. Espero poder seguir avanzando y poco a poco ir consiguiendo metas que me ayuden a ser más feliz y a hacer más feliz al que me rodea.
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