jueves, 6 de junio de 2013

CUENTO BUDISTA

        Un viajero llegó a la orilla de un gran lago un día tranquilo y sereno. El cielo estaba despejado y la superficie del lago, de un color azul claro, inmóvil. El viajero se detuvo esa noche en la cabaña de un pescador que había cerca de allí. Cuando se levantó por la mañana, el lago parecía denso y embarrado. "¿Qué ha pasado?-se preguntó-Ayer el lago estaba tan azul y hoy de repente está sucio".
  
     Fue a la orilla pero no pudo ver ninguna causa evidente del cambio. No había barro en el agua o a lo largo de la orilla. Hasta que contempló el cielo y vio que estaba lleno de nubes de un tono gris oscuro. En ese momento se dio cuenta de que el color de las nubes había cambiado el color del lago; la propia agua, cuando la miraba, seguía estando limpia y transparente.

     Nuestra claridad esencial, en muchos sentidos, es como el lago. Puede que el "color" parezca cambiar de un día para otro o a cada momento, reflejando los pensamientos, las emociones y todo lo que pasa por "ahí arriba", por decirlo de algún modo.

          No importa lo que esté reflejando, la esencia nunca cambia: siempre permanece limpia, serena y transparente.

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