El miedo es útil cuando se limita a cumplir su función, aquella para la que fue concebido por la Naturaleza, que no es otra que ayudar a la supervivencia. Si no existiera, seríamos imprudentes y moriríamos. Mejor dicho, ya habríamos muerto y no existiría la raza humana. Es por eso que debemos ACEPTARLO Y DIALOGAR CON ÉL, ESCUCHARLO Y ENTENDER SUS AVISOS. Pero sólo en la medida en que nos resulte útil. Cuando, en lugar de avisarnos del peligro, el miedo se convierte en el peligro mismo, debemos combatirlo.
En el mundo supuestamente desarrollado cada vez tenemos más miedo y cada vez nos cuesta más identificar su origen. Por desgracia, hay muchas personas que son una marioneta en manos de su propio miedo. Sucede que cuando pierden el mínimo valor necesario para afrontar la vida entran en crisis y se sienten desconcertadas, perdidas. Y notan cómo se acentúan, hasta llegar al puro dolor, el miedo a la pérdida, el miedo a los demás, el miedo al sinsentido.
Sin embargo, detrás de todo ese dolor creo que hay un mensaje positivo: EL VALOR SE PUEDE CONSTRUIR.
EL ÚNICO ANTÍDOTO POSIBLE CONTRA EL MIEDO ES EL VALOR; un valor basado en la ilusión, y el amor, basado en la construcción de valores.
EL VERDADERO VALOR, HOY EN DÍA, ES LA CAPACIDAD DE GENERAR VALOR ALREDEDOR DE NOSOTROS. El verdadero valor no consiste en la capacidad de enfrentarse a otros, sino en la de enfrentrarse a uno mismo, a mis miedos. Y en construir, a partir de ese enfrentamiento, una vida dedicada a crear valor, es decir, a generar bienestar en ellos y alrededor de ellos.
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