lunes, 2 de enero de 2012

   " Pasa el día y en mi cabeza se amontonan miles de preguntas. No existe ninguna pregunta cuya respuesta no se halle en lo más hondo de mi alma.[...]
       Descubro que cada instante de la vida es precioso. Nada es inútil, ni un solo pensamiento, ni un solo acto, una conversación casual nunca es casual. Un encuentro fortuito es un encuentro inevitable. La casualidad siempre está planeada. Al descubrir todo esto, descubro que existe un gran proyecto, un proyecto universal. Veo, con gran alegría, que formo parte de este proyecto, que todo ser vivo, e incluso lo que parece inánime, forma parte inevitable del proyecto.[...]
        No existe ninguna poción mágica que nos proporcione sabiduría. Solamente nuestras experiencias nos enseñarán, siempre que estemos realmente interesados en aprender. Podemos leer miles de libros cuyas palabras nos sirvan de inspiración y nos ayuden a encaminarnos en una determinada dirección; sin embargo, sólo la experiencia puede dar a la palabra escrita su verdadero significado.

  [...]  ¿Cuál es la finalidad de nuestras vidas aquí en este mundo? Mi respuesta es siempre la misma: Estamos aquí para aprender, para crecer.  ¿Y cómo podemos aprender y crecer? La respuesta es bien sencilla: Mirad en vuestro interior.
      Cada uno de nosotros nace con una luz en su interior, con una luz que no es otra que la del alma. Si decidimos reconocerla y alimentarla, al morir iremos hacia la luz para que ésta nos acoja. Si decidimos vivir entre tinieblas, ya sea aquí en este mundo o después de "morir", si permitimos que la luz se vaya apagando, entonces elegimos permanecer en un lugar oscuro. Pero no hay que olvidar que esta decisión es siempre un acto personal."

DEl libro "El águila y la rosa" de Rosemary Altea