Cuando entramos en este mundo con el miedo, se forman en nosotros una serie de creencias muy curiosas:
1º Hay algo profundamente inadecuado en nosotros.
2º El mundo es un lugar peligroso
3º Estamos completamente solos.
A partir de esa experiencia de pequeñez y de soledad, empezamos a desarrollar una estructura mental que se denomina EGO.
El EGO ha de ayudarnos a lograr varias cosas:
1º. Olvidar, ocultar o sobrellevar como sea nuestra percepción de fragilidad
2º. Superar, de la mejor manera posible, nuestra sensación de insignificancia y soledad.
3º. Ayudarnos a sobrevivir en un mundo percibido como separado de nosotros y hostil.
De aquí podrían partir tanto nuestra necesidad de buscar el control y la seguridad, como nuestra obsesión por aparecer como seres valiosos a los ojos de los demás, y también nuestra inclinación a pertenecer a un grupo, a una colectividad.
Si, verdaderamente nos sentimos tan frágiles y tan solos en medio de un mundo peligroso, no es de extrañar que nuestra vida esté llena de miedo y de tensión.
También de ahí emerge esa marcada obsesión por dominar y por evitar ser dominados que está en la base de muchos conflictos humanos y de todo comportamiento violento.
La importancia de convertirnos en observadores diferentes de la realidad es enorme, ya que vamos a comportarnos de acuerdo a lo que estamos percibiendo en cada momento. Si consiguiéramos darnos cuenta de hasta qué punto nuestra manera de prestar atención afecta a nuestra vida y a la de los demás, posiblemente tomaríamos decisiones muy diferentes de las que muchas veces tomamos.
Siempre me ha gustado expresarme escribiendo, las palabras salen más fluídas y me permite profundizar más en mis pensamientos. Ahora mi camino está en la búsqueda de la serenidad y la confianza, y a ello me ayudan terapias como la Cráneo Sacral, el Reiki, el propio contacto con mis pacientes y amigos y la práctica del Aikido. Espero poder seguir avanzando y poco a poco ir consiguiendo metas que me ayuden a ser más feliz y a hacer más feliz al que me rodea.
martes, 29 de enero de 2013
lunes, 28 de enero de 2013
SOBRE EL MIEDO
En el inconsciente hay dos fuerzas bien diferentes, una que nos anula y otra que nos ayuda.
- La parte que nos anula es donde están acumulados todos los pensamientos tóxicos que hemos tomado del entorno y la cultura. Ahí están también todos los pensamientos ponzoñosos que hemos ido generando a base de hacer evaluaciones e interpretaciones distorsionadas.
- En otro espacio del inconsciente se encuentra nuestra conciencia dormida, que es fuente de sabiduría y creatividad.
Cuando nos liberamos del miedo, este cambio en el estado mental favorece el despertar de esta última consciencia y es entonces cuando somos conscientes de aquello que nos limita, porque entra una luz que proyecta tal esplendor sobre las cosas que nos están limitando y quedan expuestas.
De la luz de la consciencia sale la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Quien de verdad es compasivo entiende que todo el daño que nos causamos los hombres a nosotros mismos y a los demás no es por una maldad intrínseca, sino porque vivimos asustados, nos sentimos acorralados y eso nos vuelve intolerantes y agresivos. La compasión nos lleva a conectar con nuestro sufrimiento, con nuestra soledad, con nuestro miedo y con nuestra sensación de desesperanza. Somos compasivos cuando nos damos apoyo a nosotros mismos y a los demás. La compasión permite observarse con afecto y sin animosidad.
De la ACEPTACIÓN y de la COMPASIÓN surge una nueva forma de COMPRENSIÓN y una nueva forma de ver, que se acerca a lo que denominamos SABIDURÍA.
Igual que la luz disipa la oscuridad, la auténtica compasion disipa muchos de nuestros miedos.
- La parte que nos anula es donde están acumulados todos los pensamientos tóxicos que hemos tomado del entorno y la cultura. Ahí están también todos los pensamientos ponzoñosos que hemos ido generando a base de hacer evaluaciones e interpretaciones distorsionadas.
- En otro espacio del inconsciente se encuentra nuestra conciencia dormida, que es fuente de sabiduría y creatividad.
Cuando nos liberamos del miedo, este cambio en el estado mental favorece el despertar de esta última consciencia y es entonces cuando somos conscientes de aquello que nos limita, porque entra una luz que proyecta tal esplendor sobre las cosas que nos están limitando y quedan expuestas.
De la luz de la consciencia sale la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Quien de verdad es compasivo entiende que todo el daño que nos causamos los hombres a nosotros mismos y a los demás no es por una maldad intrínseca, sino porque vivimos asustados, nos sentimos acorralados y eso nos vuelve intolerantes y agresivos. La compasión nos lleva a conectar con nuestro sufrimiento, con nuestra soledad, con nuestro miedo y con nuestra sensación de desesperanza. Somos compasivos cuando nos damos apoyo a nosotros mismos y a los demás. La compasión permite observarse con afecto y sin animosidad.
De la ACEPTACIÓN y de la COMPASIÓN surge una nueva forma de COMPRENSIÓN y una nueva forma de ver, que se acerca a lo que denominamos SABIDURÍA.
Igual que la luz disipa la oscuridad, la auténtica compasion disipa muchos de nuestros miedos.
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