viernes, 11 de octubre de 2013

ACCIÓN VERSUS REACCIÓN

       Cuenta el columnista Sidney Harris que en cierta ocasión, acompañando a comprar el periódico a un amigo suyo, éste saludó con suma cortesía al dueño del quiosco, el cual, por su parte, le respondió con brusquedad y descortesía. El amigo de Harris, mientras recogía el periódico que el otro había arrojado hacia él de mala manera, sonrió y le deseó al vendedor un buen fin de semana. Cuando los dos amigos reemprendían su paseo, el columnista le preguntó:

       - ¿Te trata siempre con tanta descortesía?
       -  Sí, por desgracia.
       - ¿Y tú siempre te muestras igual de amable?
       -  Sí, así es.
       - ¿Y por qué eres tú tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
       -  Porque no quiero que sea él quien decida cómo debo actuar yo.


     La persona "plenamente humana" es la persona que consigue ser "ella misma"; que no se doblega ante cualquier viento que pueda soplar ni está a la merced de la mezquindad, la vileza, la impaciencia y la ira de los demás; que no se deja transformar por el ambiente, sino que es ella la que influye en éste.

   Por desgracia, la mayoría de nosotros nos sentimos como una embarcación a merced de los vientos y las olas. Cuando los vientos rugen y las olas se encrespan, nos falta lastre y decimos cosas como: "Me pone enfermo..."; "Me saca de mis casillas..."; "Sus observaciones me hacen sentirme terriblemente violento..."; "Este tiempo me deprime increíblemente.."; "Este trabajo me aburre soberanamente..."; "Sólo con verle me pongo triste..."

    Si observamos todas estas cosas me afectan a mí y a mís emociones. No tengo nada qué decir sobre mi enojo, de mi depresión, de mi tristeza, etc. Y al igual que todo el mundo me limito a culpar a otros, a las circunstancias y a la mala suerte. La persona plenamente humana sabe que la culpa no es de las estrellas, sino nuestra. Podemos alzarnos por encima del polvo de la batalla cotidiana que a tantos de nosotros ciega y sofoca; y esto es precisamente lo que se espera de nosotros en nuestro proceso de crecer como personas.

  Esto no significa que haya que reprimir las emociones o negar la plenitud de las mismas. Lo que significa es, más bien, el equilibrio y la de las emociones. En la persona humana plenamente viva no puede darse ni el amortiguamiento de los sentidos y emociones ni la entrega incondicional a los mismos.
integración

   La persona plenamente viva escucha a sus sentidos y emociones y sintoniza con ellos; pero el entregarse a ellos supondría abdicar del intelecto y de la capacidad de elegir, dos facultades que hacen a los seres humanos superiores a los animales.

martes, 8 de octubre de 2013



    " Me ha costado comprender que el hombre empieza a vivir en la medida en que deja de soñar consigo mismo. Que empezamos a dar frutos cuando dejamos de construir castillos en el aire.
    Al igual que el niño que está aprendiendo a montar en bicicleta logra montar de hecho cuando se sumerge a fondo en esta actividad y, por contrapartida, se cae al suelo cuando se para a considerar lo bien o mal que lo está haciendo, así nosotros, todos, en cualquier actividad que llevemos a cabo. En cuanto comenzamos a juzgar los resultados, la magia de la vida se disipa y nos desplomamos.

    Cuando como, como; Cuando duermo, duermo. Así definió un gran maestro el Zen. Con este espíritu, no sólo es que se gaste menos energía en el desarrollo de una determinada actividad, sino que hasta sale uno tonificado de ella. El ser humano tiene el potencial de auto-cargarse en la acción.

    Por eso creo que para escribir, como para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse. La clave de casi todo está en la magnanimidad del desprendimiento. El amor, el arte y la meditación, al menos esas tres cosas, funcionan así.


Del libro. "Biografía del silencio", Pablo d´Ors

martes, 17 de septiembre de 2013

Una gran lección

    Son muchos los pacientes que he visto desde el dia que me propuse hacer de las terapias manuales mi profesión, muchos. A todos y a cada uno de ellos los guardo en mi corazón por distintas causas, pero él llegó en el momento justo, respondiendo a mis dudas mas profundas y con su presencia, sus lágrimas, su emoción y sus palabras llenaron mi corazón plenamente.

    Sentí que estabas a punto de partir de este mundo y de eso hablé con tu cuerpo, pero sentí que habías cumplido tu misión, habías aprendido aquello que estaba planeado que aprendieras y creo que te has ido tranquilo y sereno, aunque muy joven. Me hubiera encantado que continuaras en esta vida con esa nueva actitud, con esa nueva forma de afrontar las cosas, pero una vez más me doy cuenta que la última palabra la tiene Él y que nosotros estamos para aceptarla y así, vivirla.

    Gracias por tu lección de vida, gracias por tus palabras que se quedarán en mi corazón y en mi alma siempre. Gracias por venir ese día y a dejarme el mensaje que estaba esperando.

    Gracias, Beltrán.


  Te mandaré mucha luz para que sigas iluminándote.

viernes, 13 de septiembre de 2013

         Querer sanar es una decisión que hay que tomar, no digo que sea fácil, ni la decisión, ni el proceso; pero si quieres, si anhelas reencontrarte, deberás decidirlo TÚ. Este es un camino muy personal.

    La vida se ocupará de darte todo lo que necesitas para sanar, no te preocupes, te dará a las personas adecuadas, el espacio adecuado, el cuidado, la protección que necesites. Ella quiere verte feliz, que fluyas, que florezcas.

     Si tu intención es evolucionar, conciliarte contigo misma/o y aprender a honrarle, la vida te apoyará incondicionalmente.
   
       Te mostrará el camino con amor y gentileza, no necesitarás hacer nada, sólo focalizar tu intención en reencontrarte.

      Tienes que estar preparado a sentir, a aprender de lo que la vida te presente y elegir.




- DEl libro. "En nombre del Amor"- Elena Vander.
      Muchos de nosotros nos preguntamos: "Si somos capaces de tantas cosas, ¿por qué no vivimos todos juntos en alegría, apertura y paz? ¿Por qué hay tantas guerras, violencia y tragedias en el mundo? ¿Por qué algunos nos sentimos vacíos por dentro? ¿Por qué estamos celosos, enfadados, atemorizados, deprimidos o incluso tenemos tendencias suicidas? ¿Por qué discutimos con las personas que nos rodean? ¿Por qué corremos tanto, pasando de una relación a otra, de un trabajo a otro, buscando siempre algo mejor, otro aparatito más nuevo? ¿Por qué algunos de nosotros nos refugiamos en el alcohol, las drogas, el sexo o la comida? ¿Por qué nos castigamos a nosotros mismos, a nuestros hijos, a nuestros amigos? ¿Por qué nos sentimos tan limitados e impotentes?"

      La respuesta más simple es que nos hemos olvidado de quién somos. Esa base de apertura, claridad y amor queda cubierta, en parte por la forma en que estamos estructurados como seres humanos y en parte por las experiencias y las lecciones que aprendemos a lo largo de la vida.

    Hay una antigua historia budista sobre un luchador que llevaba una joya en el pelo. Durante un combate con otros luchadores, recibió un golpe en la cabeza y, sin darse cuenta, se le incrustó la joya en la herida. Cuando se le curó, la joya quedó cubierta con la cicatriz. El pobre luchador se pasó el resto de su vida buscando la joya, sin descubrir que la llevaba en su interior.

    Esa es la situación en la que la mayoría de nosotros nos encontramos. Creemos en lo más profundo que hemos perdido algo muy valioso y lo buscamos constantemente fuera de nosotros mismos, sin darnos cuenta de que lo llevamos en nuestro interior allí donde vamos.

     Pero si miramos debajo de las cicatrices, de las heridas que hemos sufrido en la vida, podremos redescubrir  esa joya, ese amor básico e incondicional. Podremos limpiarla y pulirla hasta que brillen todas sus facetas. Del mismo modo, podremos redescubrir el amor esencial, alimentarlo y cultivarlo hasta que se convierta en bodhicitta, una preocupación profunda y activa por el bienestar de los demás.


miércoles, 12 de junio de 2013

UNA SENCILLA FORMA DE CAMBIAR EL MUNDO

    ES TAN FÁCIL, CUESTA TAN POCO....


       Cuenta Tsoknyi Rimpoche, uno de los maestros de meditación más destacados en el budismo tibetano actual, que en la tradición budista, es normal empezar recitando una pequeña oración para que cualquier esfuerzo que hagamos tenga un beneficio para los demás.
    Al final de nuestro ejercicio, debemos transmitir a los demás la fuerza, la paz o la calma a que hayamos despertado.
     Por supuesto, hay gente que podrá sentirse reacia a hacer eso. "¿Por qué tengo que darle el trabajo que he hecho a gente que no conozco?", puede preguntarse alguien.

        Lo único que te puedo decir es que AL COMPARTIR NO PIERDES NADA. POR EL CONTRARIO, LA FUERZA AUMENTA AL DARLA.

     Lo podrás comprobar tú mismo la próxima vez que entres en un restaurante de comida rápida y mires a los ojos a la persona que te esté atendiendo. Puede que se sienta más viva y alerta cuando esté preparando lo que le has pedido. O quizás cuando le des las gracias sinceramente al que te ha llenado el depósito de gasolina del coche, puedes ver que se le iluminan los ojos o que el cuerpo se le endereza al reconocer realmente que alguien lo ve como un ser humano. Tal vez sea más probable que se dirija a la siguiente persona que atienda de forma más amable y educada- lo cual puede a su vez influir en el comportamiento de aquel al que atiende, haciendo que, cuando trate con la siguiente persona que se encuentre, lo haga con un mayor grado de amabilidad y respeto-. También he visto gente que da las gracias al conductor cuando se baja del autobús. A veces no hay ninguna reacción, pero a medida que otros se fijan en eso y también dan las gracias al conductor, se crea una atmósfera de ondas de buenos sentimientos en el autobús, que quizás se extienda a lo largo de la ciudad.



      Qué poco cuesta! A que a todos nos gusta cuando una persona es amable con nosotros, nos atiende con una sonrisa y da las gracias, o los simples buenos días a tu vecino a la gente que te vas cruzando por la mañana...

      ¿Por qué no lo intentas?


jueves, 6 de junio de 2013

CUENTO BUDISTA

        Un viajero llegó a la orilla de un gran lago un día tranquilo y sereno. El cielo estaba despejado y la superficie del lago, de un color azul claro, inmóvil. El viajero se detuvo esa noche en la cabaña de un pescador que había cerca de allí. Cuando se levantó por la mañana, el lago parecía denso y embarrado. "¿Qué ha pasado?-se preguntó-Ayer el lago estaba tan azul y hoy de repente está sucio".
  
     Fue a la orilla pero no pudo ver ninguna causa evidente del cambio. No había barro en el agua o a lo largo de la orilla. Hasta que contempló el cielo y vio que estaba lleno de nubes de un tono gris oscuro. En ese momento se dio cuenta de que el color de las nubes había cambiado el color del lago; la propia agua, cuando la miraba, seguía estando limpia y transparente.

     Nuestra claridad esencial, en muchos sentidos, es como el lago. Puede que el "color" parezca cambiar de un día para otro o a cada momento, reflejando los pensamientos, las emociones y todo lo que pasa por "ahí arriba", por decirlo de algún modo.

          No importa lo que esté reflejando, la esencia nunca cambia: siempre permanece limpia, serena y transparente.

martes, 4 de junio de 2013

LA FELICIDAD ES COSA NUESTRA

      La felicidad nada tiene que ver con el deseo de dejar de ser lo que cada uno es, sino, por el contrario, con ser auténticamente uno mismo. El camino que conduce a la deseada felicidad comienza siempre con la propia decisión de ser feliz, asumiendo la responsabilidad de esa elección.

     Pocas cosas existen más deseables e importantes en esta vida que el deseo de ser feliz.

    Somos responsables de nuestra felicidad y, por añadidura, responsables de cómo nos va en la vida. Aunque nos duela aceptarlo, todos sabemos que, por acción o por omisión, por decisión previa o posterior, por dejar pasar o por haberlo producido, siempre somos parte de lo que nos sucede.
         Pero claro, es muy duro aceptarlo así, sin peros... tal vez sea porque esta declaración de involucración nos confronta con la responsabilidad de cambiar lo que no está bien. Quizá asumir de lleno tanta responsabilidad nos obliga a aceptar cierta complicidad en cada una de nuestras frustraciones.
         Nos duele, nos molesta, nos irrita y nos subleva que las cosas no sucedan como soñamos, como deseamos, como deberían suceder o como nos convendría que sucedieran. En la vida real, la de todos los días, a pesar de nuestra queja, las cosas difícilmente salen exactamente como deseábamos, y cuando se asemejan a eso, no ocurren en los plazos que habíamos imaginado.

    La duda, la indecisión y el miedo nos frenan demasiado a menudo para poder actuar adecuadamente ante la realidad a la que nos enfrentamos. Por si fuera poco, a nuestro alrededor están "los demás", que, con todo derecho, están persiguiendo sus propios sueños, no siempre deseosos o ansiosos de colaborar con nosotros (por no hablar de los que parecen que están empeñados en boicotear los sueños ajenos).
   Lo cierto es que, muchas veces, la posibilidad real de que nuestro deseo se cumpla en este momento es prácticamente nula.
   En el mundo de lo cotidiano siempre encontraremos dificultades, obstáculos y limitaciones para hacer realidad un sueño, cumplir un deseo o, simplemente, poder seguir nuestro camino sin perder el rumbo, y tendremos que elegir cada vez más conscientemente entre dos actitudes: culpar al exterior y pedirle o esperar que cambie, o hacernos partícipes de la frustrante realidad y ser cómplices de ese cambio, es decir, tomar una decisión y asumir la responsabilidad de actuar en coherencia con mis deseos trabajando activa y comprometidamente en esa dirección, afrontando el coste, el riesgo y el trabajo que conlleva ese camino.

      La tradición de todos los pueblos encierra su sabiduría y nos la lega en costumbres, en maneras de actuar, en leyendas y en frases. Los indígenas de toda América adoraban la fuerza de la naturaleza y cantaban alabanzas al Sol, al Luna, al Viento... A ellos imploraban una buena cosecha, un invierno benévolo o el favor de los vientos para que los llevaran a las costas más prósperas. Confiaban en sus favores con devoción; sin embargo, no dejaban de esmerarse para que esos dones pudieran manifestarse en toda su plenitud.
      Los araucanos, en el Sur más al sur de Latinoamérica, creían que los dioses premiaban a los que limpiaban perfectamente la tierra de malezas y a los que trazaban los surcos del arado en perfecta simetría. La recompensa divina consistía en hacer más abundante la cosecha.
       El pueblo sufí, con mucha sensatez, recomienda a cada uno de sus hombres: "Confía mucho en Dios... pero ata tú mismo a tu camello". Tal vez, no importe la correlación secuencial de los hechos, pero es evidente que la más efectiva de las tareas se lleva muy bien con el tiempo que le dedicas, con el interés que despierta en ti y con tu mejor aprendizaje o habilidad en el uso de las mejores herramientas.
       Así una frase de los indios Sioux resume muy bien esto: "Siempre será más fácil fabricarse un par de sandalias que querer tapizar de piel el camino".

     No se trata de perseguir lo que no tenemos ni de fantasear sobre lo felices que seríamos si lo consiguiéramos. Se trata de comprender de una vez para siempre que la felicidad depende de lo que sucede de la piel para adentro, mucho más de lo que ocurre de la piel para fuera.

      Deberíamos recordar cada mañana que ser feliz no está necesariamente relacionado con la risa, la alegría, el baile o el festejo, (aunque es verdad que los que se sienten felices se ríen más, festejan más la vida, y están casi siempre dispuestos a compartir con los demás el placer de la vida danzando y cantando).
   La felicidad se parece más a la paz interior que a la alegría, no tiene tanto que ver con llegar a algún lugar sino más bien con seguir adelante en el rumbo de aquello que da sentido a nuestra vida; no está relacionado con lo que logramos, sino con la certeza de no estar perdido.

   Estas pocas palabras quizá puedan aclararnos por qué la felicidad la encuentra cada uno en su propio y personal camino y por qué es tan difícil que mi rumbo coincida al cien por cien con el de otros. Qué bueno sería aprender y aceptar que aquellas decisiones que me permiten, quizá, sentirme el más feliz de los mortales, pueden no ayudar a otros a sentirse felices ni siquiera por un momento.

      No podemos hacer felices a otros, y nadie puede hacernos felices. Nadie puede hacer por ti lo que sólo tú puedes hacer por ti, y una de esas cosas es ocuparte de ser feliz.

      Termino poniendo un texto pequeño:
   Con todo lo que tenía salí un día a comprar un final feliz, pero como no encontré ninguno que me llenara por completo, decidí invertirlo todo en comprarme un nuevo comienzo.

lunes, 6 de mayo de 2013

La Serenidad ¿en que situación?

         Aunque es algo que tenía escrito hace tiempo, lo he encontrado y quisiera compartirlo hoy.... 






    "La Serenidad no surge de vivir las circunstancias ideales; la Serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención en medio de la dificultad, en aquello que para tí es una prioridad"


         Esta semana hablaba de esto con Luis, y es que creemos que nos preparamos mucho para la Serenidad; leemos mucho, practicamos disciplinas que nos acercan a ella, como el Aikido, la Meditación, la Terapia Manual de Escucha.... pero luego una simple situación familiar que se sale de la rutina, nos desestabiliza de tal forma que notamos cómo nuestro corazón se ofusca, se ennegrece y surge una rabia que no comprendemos: "si yo trabajo mucho esto, por qué me invade ahora este sentimiento y estoy que me como a alguien?".
     Y es que todo lo que leemos, lo leemos en un ambiente tranquilo, las letras que están impresas son muy bonitas, muy coherentes, incluso nos llegan al corazón porque nos vemos reflejados; lo que practimos, por ejemplo la Terapia Craneosacral, la hacemos en una habitación preparada para ello, con una luz tenue, una música que nos relaja, un aroma que acompaña y, normalmente el paciente está tranquilo; En el Aikido, practicamos con ataques de otra persona, y el entrenamiento es intenso, incluso a veces doloroso para nuestros miedos, sí, pero ese ataque lo realiza un amigo, le veo casi todos los días, compartimos momentos de trabajo, pero también risas, preocupaciones, momentos de tranquilidad y comprobamos que la práctica diaria nos cambia y nos hace evolucionar como aikidokas y como personas;  entonces, ¿por qué me desestabilizo?  Pues, por eso mismo, porque todo lo hacemos ,como dice la frase de arriba, en circunstancias ideales y el trabajo verdadero es el que da resultados cuando cualquier cosa nimia, insignificante nos altera nuestro corazón. Y es que creemos que tenemos el control de todo, porque hacemos todas estas cosas pero tenemos que dar gracias a estas situaciones que surgen ya que nos hacen poner a prueba nuestro trabajo y nos hacen crecer de verdad, es como cuando en clase, el maestro se pone un poco más serio y la práctica se pone intensa y llegas a sentir un cosquilleo de "miedo" por lo que va a pasar, por si no eres capaz de responderle como uke y así te pone a prueba tu propio pundonor, es ahí donde sabes si el trabajo de todos los días está sirviendo para algo o, en realidad tienes que tomártelo más en serio, porque si no, en el momento del ataque verdadero no sabes afrontarlo; es lo mismo que cuando en terapia el paciente se niega a ser realmente ayudado, con resistencias fuertes, y es ahí, donde realmente te das cuenta de si eres capaz de superar esas resistencias y llevar al paciente donde realmente lo necesita y llegar a una buena resolución;  Y es lo mismo que cuando en casa, falta una simple goma o un simple lápiz para hacer los deberes que tu hija hace todos los días a la misma hora, y no puede hacerlos sin ella, y en ese momento te das cuenta de si estás preparado para afrontar la situación y cambiar la rutina por ese día,

        Y es que la serenidad es saber ADAPTARSE a cada momento, tal y como viene, aunque no sea aquello que esperábamos o como esperábamos, hace falta FLUIR con lo que viene y ESCUCHAR cómo viene para poder superar esa sensación de desestabilización, esa rabia, ese desánimo.
        Y es verdad lo que hablábamos luis y yo esta semana que el leer libros que te hacen reflexionar, practicar aikido, te ayudan a que en el momento crucial estés preparado y la situación sea cada vez más tranquila y tengamos más paciencia y más serenidad,  todo eso nos acerca  y nos hace entrar en el camino, pero el camino es largo e intenso.

       Así lo siento yo.

 Así que animo a todo el mundo a que busquen aquellas prácticas que le acerquen al encuentro de la Serenidad.

Mª Elena Guijarro Ureña

LOS ARQUETIPOS Y LOS CHAKRAS (I)

      Los arquetipos son proyecciones o espejos universales de todas las cualidades emocionales que surgen del núcleo de la experiencia humana: fortaleza y debilidad, amor y odio, coraje y temor. Nos muestran nuestro anverso y nuestro reverso, nuestra luz y nuestra sombra, nuestras cualidades positivas y negativas. Representan, en esencia, la multifacética alma de la conciencia humana: el Héroe y el Villano, el Tonto y el Sabio, el Dador y el Receptor, el Destructor y el Sanador.

       Según Carl Jung, los arquetipos son "patrones de comportamiento" y constituyen una parte esencial de nuestra conciencia que, si lo permitimos, son capaces de iluminar nuestras formas inconscientes de comportamiento y ayudarnos en nuestra tarea de iluminar al inconsciente y los aspectos más oscuros de nuestras personalidades, lo que Jung denominó la Sombra: aquellas partes de nosotros que han permanecido sin desarrollar debido a que no se les ha dado expresión.

     Nuestras experiencias diarias en el mundo reflejan los arquetipos que establecemos en nuestros mundos emocionales internos; reconocer este hecho puede ayudarnos a comprender nuestras motivaciones y comportamiento con mayor claridad. Por ejemplo, cuando nos sentimos desamparados ante situaciones difíciles, puede que nos identifiquemos con el arquetipo de la víctima. Pero también podemos reconocer que contamos con otros arquetipos más positivos tales como la Madre, el Guerrero o el Sabio.

     Tanto si somos hombre o mujer, estas cualidades arquetípicas existen dentro de nosostros, tanto en forma de ideal como de potencial a ser expresado en nuestras propias vidas. Podemos encarnar estas cualidades amándonos y nutriéndonos a nosotros mismos; en otras palabras, convirtiéndonos en los arquetipos de nuestra propia Madre, Guerrero o Sabio. Crear arquetipos sanos en nuestras vidas es fundamental para nuestra sanación y crecimiento.

          Cuando elevamos nuestros arquetipos de este modo, tenemos la oportunidad de hacer contacto con centros superiores de conciencia y vivir conforme a la sabiduría profunda que subyace en nuestro interior.
   
         A fin de poder crecer, debe liberarse la energía de cualquier arquetipo negativo o disfuncional para que se pueda soltar la energía vital que está siendo bloqueada. Necesitamos esta energia ahora para llevar adelante nuestra vidas y hacer que florezcan.

     Los arquetipos principales son:
      . Víctima- Madre
      - Mártir- Emperador, emperatriz
      - Sirviente- Guerrero
      - Actor/ actriz- Amante
      - Niño silencioso- Comunicador
      - Intelectual- Sabio
      - Egotista- Gurú

lunes, 15 de abril de 2013

¿QUÉ ES PARA TI PERDONAR? ¿ES OLVIDAR?

        "Para mí perdonar no es sinónimo de olvidar, sino que consiste en que, sin olvidar lo que ha pasado, y subrayando que es bueno que conozcamos que las cosas ocurrieron así, esos acontecimientos no generen rechazo hacia la persona "perdonada" aunque sí pueda rechazarse sin paliativos lo que pudo haber hecho.

     Es antinatural pedir a alguien que olvide. Lo ocurrido permanece en la memoria. Y la memoria que más se afianza es la emocional. Si somos precisos con las palabras, olvidar implica borrar u registro en la memoria. Pero yo no puedo borrar, a voluntad, por más que quiera, un registro en la memoria. Lo que sí puedo conseguir es que ese registro tenga un peso determinado y no uno mayor de lo que le corresponde. De lo contrario, mi vida puede quedar esclavizada por ese recuerdo.

     El perdón reduce, o incluso anula, el peso negativo de las malas experiencias de mi vida. Puedo perdonar a una persona y sencillamente no querer volver a verla nunca más. Pensaré: "aquello ocurrió. Te perdono, no siento ira contra ti, no tengo ningún deseo de venganza pero tus valores y los míos no son compatibles, no tengo por qué vivir contigo".

      Olvidar no necesariamente es bueno. Imaginad que alguien ha abusado de vosotros. Eso te ha llevado a la ira, al odio, al rechazo.. Con todo, llega un momento en que perdonas y dices: " Me acuerdo de que abusaste de mí. Lo recuerdo, y aún así, te perdono, y de este modo te dejo marchar y me libero a mí mismo..." El perdón libera mucho más al que perdona que al perdonado.

¿Y ese no olvidar no puede entenderse como rencor?

     Somos frágiles, vulnerables e imperfectos y, aún así, también somos extraordinarios. Una cosa es reconocer que el recuerdo emocional  existe y otra cosa es que uno viva anclado a ese recuerdo.

      Lo que hemos vivido forma parte de lo que somos, pero no necesariamente determina mi forma de vivir y de relacionarme con los demás, aunque pueda, eso sí, condicionarla.

      A quien vive en el rencor y el resentimiento, algo le come por dentro, porque no se ha liberado, no ha perdonado. El perdón ayuda a construir un futuro que no sea una simple prolongación del pasado.

¿Y si tengo un trauma es porque no perdono?

     No necesariamente. "




Mario Alonso Puig. del Libro "La respuesta"

jueves, 4 de abril de 2013

LA LIBRE ELECCIÓN DEL SER HUMANO

       ¿Qué es el mal? El mal es todo aquello que atenta contra la naturaleza humana por privación de un bien necesario. Por ejemplo, ¿es la ceguera un mal? Lo es, ya que te priva de un bien necesario que es la visión.
     Hay que distinguir entre los males físicos y los males morales. Un mal moral es todo aquello que te impide desarrollarte como ser humano, florecer y alcanzar tu plenitud.
     Si aceptamos que hay gente que nace determinada a ser mala, no podemos determinar que el ser humano es libre. Sí podemos decir que hay condiciones temperamentales que pueden generar una mayor inclinación al mal. Pero yo, en el ejercicio de mi voluntad libre puedo elegir no dejarme arrastrar por mi tendencia. También puedo renunciar al ejercicio de mi voluntad y dejarme llevar por la facilidad. Puedo tomar una posición de víctima..., es decir, por ejemplo: "mi familia me ha humillado desde que nací; lo normal es que yo esté determinado a humillar también a la mía". Esto no se sostiene, porque si bien hay personas que han pasado por esta situación y han hecho de sus vidas una advertencia, hay otras muchas que ante las mismas circunstancias han hecho de sus vidas un ejemplo enormemente inspirador.

      Somos espíritus encarnados. Y por eso, aunque en nuestro interior hay una inclinación a dominar a los demás, también hay una inclinación hacia el encuentro a través de la compasión y el amor.

     Los indios navajos en Nuevo México cuentan una historia preciosa que es la base de su filosofía: "Dentro de mí está teniendo lugar una gran batalla: por un lado está el águila majestuosa. Todas las acciones del águila están llenas de verdad, de bondad y de belleza. el águila que habita dentro de mí vuela por encima de las nubes. Y aunque a veces baja a los valles, siempre deposita sus huevos en la cumbre de las altas montañas. Pero dentro de mí, también vive un terrible lobo. Él representa lo peor que hay en mí, se sustenta sobre mis propias caídas y justifica su presencia diciendo que él es también parte de mí. ¿Quién ganará esta gran batalla? Aquel a quien yo cada día alimente".
        ¿Y cómo se entrena uno para aplacar al lobo? El lobo se nutre, fundamentalmente, del ensimismamiento, del narcisismo, de la autosuficiencia, del creerse más que los demás y de estar obsesionado con ser valorado y reconocido por lo que eres y por lo que haces. Cuando el egocentrismo alcanza ese nivel el lobo está en su terreno.
    Un filósofo austríaco, Martin Buber, decía que cuando nos convertimos en el centro del círculo, entonces somos incapaces de ver las inquietudes y las necesidades de los demás. Es entonces cuando alimentamos al lobo. Sin embargo, cuando comprendemos que todos tenemos sueños, tristezas y necesidades y ayudamos a otros a alcanzar sus sueños, a mitigar sus tristezas y a cubrir sus necesidades, entonces es como si abandonáramos ese círculo de nuestro egocentrismo y facilitáramos que apareciese una elipse. La elipse tiene dos centros que somos tú y yo. Cuando en nuestra relación construimos una elipse estamos alimentando al águila.


lunes, 18 de marzo de 2013

SOBRE EL AMOR A UNO MISMO

    Si no te amas a ti mismo nunca podrás amar a nadie. Si tú no eres amoroso contigo no puedes ser amoroso con nadie.  Lo que quiera que eres contigo mismo lo eres con los demás. Deja que eso sea una referencia básica. Si te odias a ti mismo, odiarás a los demás. Y te han instruido a odiarte, a despreciarte a ti mismo. Nadie te ha dicho:"Ámate a ti mismo". Incluso la idea parece absurda:¿amarse a sí mismo? La propia idea no tiene sentido:¿amarse a sí mismo? Siempre creemos que para amar necesitamos a alguien. Pero si no puedes amarte a ti mismo no podrás practicarlo con los demás.

           Te han dicho- te han condicionado constantemente-, diciéndote que tú no vales para nada. De todas partes has recibido el mensaje de que  no eres como deberías ser, que no eres válido tal como eres. Y en tu cabeza hay muchos requisitos de cómo deberías ser. Y esos deberías son casi imposibles de colmar.Y cuando no los puedes colmar, cuando te quedas corto, te sientes indigno, y surge un profundo desprecio interior hacia ti mismo.

          ¿Cómo puedes amar a alguien? ¿Con tanto desprecio, dónde vas a encontrar el amor? Solamente pretendes, solamente te muestras enamorado. Pero en lo más profundo no estás enamorado, no puedes estarlo. Esas pretensiones están bien para unos días, hasta que el color se diluye y la realidad se hace patente.

           El primer paso es: acéptate tal como eres, descarta todos los deberías. ¡No cargues con ningún deberías en tu corazón! No tienes que ser otro, no tienes que ser de otra forma. La existencia no espera de ti algo que no eres; solamente espera que seas tú mismo. Relájate y sé simplemente tú mismo. Sé respetuoso con tu individualidad. Y ten el coraje de rubricar tu propia firma. Deja de copiar la firma de otros.

          La existencia no espera de ti que te conviertas en un Jesús, en un Buda o un Ramakrishna. Simplemente se espera de ti que seas tú mismo. Es una suerte que Jesús nunca tratara de ser como Abraham o Moisés, y fuese Jesús. Es una suerte que Buda nunca tratara de ser como Patanjali o Krishna, y gracias a ello fue Buda.

         Cuando no trates de ser alguien que no eres, entonces naturalmente te relajas. Y una belleza empieza a aflorar. Entonces irradias grandeza, esplendor, armonía, porque cesa el conflicto, no tienes que ir a ninguna parte, no tienes que luchar para conseguir algo, no tienes que forzar nada, no tienes que presionarte y ser violento contigo. Te vuelves inocente.

        En esa inocencia sentirás compasión y amor hacia ti mismo. Te sentirás tan contento contigo mismo que aunque Dios venga y llame a tu puerta y te diga: "¿Te gustaría ser otra persona?" Le dirías: "¿Te has vuelto loco? Gracias, pero no trates de hacer eso conmigo. Soy perfecto tal como soy".

       En el momento que puedes decirle a Dios "Soy perfecto como soy, soy feliz tal como soy", a esto en Oriente lo llamamos "shraddha", confianza. Te has  aceptado a ti mismo y en esa aceptación has aceptado al creador. Rechazándote a ti mismo rechazas a tu creador.

      Cuando dices "Yo debería hacer esto", estás tratando de mejorar a Dios. Estás diciendo "has cometido errores, yo debería ser así y tú me has hecho de otra forma". Estás tratando de pasar por encima de Dios. No es posible. Estás luchando en vano. Estás destinado a fracasar.

         Y cuanto más fracasas, más te desprecias. Cuanto más fracasas, más te censuras. Cuanto más fracasas, más impotente te sientes. Y consecuencia de este desprecio, de esta impotencia, de esta frustración, ¿cómo puede surgir la compasión?. La compasión nace cuando estás perfectamente asentado en tu ser. Tú dices "Sí, yo soy así". No tienes ningún ideal que colmar. ¡E inmediatamente empiezas a sentirte satisfecho!

        Las rosas florecen tan hermosas porque no tratan de ser como una flor de loto. Y los lotos florecen tan hermosos porque no han oído leyendas sobre otras flores. Todo en la naturaleza es intrínsecamente hermoso porque nadie trata de competir con nadie, nadie trata de ser algo que no es. Todo es tal cual es.

      Simplemente date cuenta. Se tú mismo y recuerda: no puedes ser otra cosa, hagas lo que hagas. Es un esfuerzo inútil. Tú tienes que ser tú mismo.

         Sólo hay dos caminos. Uno es rechazarte, condenarte, y seguirás siendo el mismo. O el otro camino es aceptarte, rendirte, disfrutar, deleitarte, y seguirás siendo el mismo. La actitud es distinta, pero seguirás siendo como eres.

       Una vez que te aceptas, nace la compasión. Y entonces empiezas a aceptar a los otros.



                                                                    OSHO
                                       "A suden Clash of the Thunder" # 8, Q.1
 

domingo, 10 de marzo de 2013

CUENTO

     El soberano de un gran reino se encontraba ya en una avanzada edad y quería asegurarse de que, antes de abandonar el mundo, le transmitía a su hijo una importante lección. A lo largo de las épocas más difíciles de su reinado, aquello  había sido clave para mantenerse firme y conseguir que finalmente reinara en su país la paz y la armonía. Por alguna razón, el joven príncipe no acababa de entender lo que su padre le decía.
    - Sí, padre,comprendo que para tí es muy importante el equilibrio, pero creo que es más importante la astucia y el poder.
       Un día, cuando el rey cabalgaba con su corcel, tuvo una gran idea.
     - Tal vez mi hijo necesita , no que yo se lo repita más veces, sino verlo representado de alguna manera.
      Llevado por un lógico entusiasmo, convocó a las personas más importantesmde su corte en el salón principal del palacio.
      -Quiero que se convoque un concurso de pintura, el más grande e importante que se haya nunca creado.
      Los pregoneros  han de hacer saber en todos los lugares del mundo que se dará una extraordinaria recompensa al ganador del concurso.
      -Majestad -preguntó uno de los nobles-, ¿cual es el tema del concurso?
      -El tema es la serenidad, el equilibrio. Sólo una os doy: bajo ningún concepto rechazaréis ninguna obra, por extraña que os parezca o por disgusto que os cause.
      Aquellos nobles se alejaron sin entender muy bien la sorprendente instrucción que el rey les había dado.
      De todos los lugares del mundo conocido acudieron maravillosos cuadros. Algunos de ellos mostraban mares en calma, otros cielos despejados en los que una bandada de pájaros planeaba creando una sensación de calma, paz y serenidad.

 Los nobles estaban entusiasmados ante cuadros tan bellos.
      -Sin duda, su majestad el rey va a tener muy difícil elegir el cuadro ganador entre obras tan magníficas.
      De repente, ante el asombro de todos, apareció un cuadro extrañísimo. Pintado con tonos oscuros y con escasa luminosidad, reflejaba un mar revuelto en plena tempestad en el que enormes y oscuros nubarrones.
      Los nobles se miraron unos a otros sin salir de su incredulidad y pronto irrumpieron en burlas y carcajadas.
      -Sólo un demente podría haber acudido a un concurso sobre la serenidad con un cuadro como éste.
       Estaban a punto de arrojarlo fuera de aquella sala cuando uno de los nobles se interpuso diciendo:
       -tenemos una orden del rey que no podemos desobedecer. Nos dijo que no se podía rechazar ningún cuadro por extraño que fuese. Aunque no hayamos entendido esta orden, procede de nuestro
soberano y no podemos ignorarla.
       -Está bien-dijo otro de los nobles-, pero poned este cuadro en aquel rincón, donde apenas se vea.
   
       Llegó el día en el que su majestad el rey tenía que decidir cuál era el cuadro ganador. Al llegar al salón de la exposición, su cara reflejaba un enorme júbilo y, sin embargo, a medida que iba viendo las distintas obras su rostro transmitía una creciente decepción.
       -Majestad, ¿es que no os satisface ninguna de estas obras?- preguntó uno de los nobles.
       - Sí, si son muy hermosas, de eso no cabe duda, pero hay algo que a todas les falta.
      El rey había llegado al final de la exposición sin encontrar lo que tanto buscaba cuando, de repente, se fijó en un cuadro que asomaba en un rincón.
       -¿Qué es lo que hay allí que apenas se ve?
       -Es otro cuadro, majestad.

       - ¿Y por qué lo habéis colocado en un lugar tan apartado?

     -Majestad, es un cuadro pintado por un demente, nosotros lo habríamos rechazado, pero siguiendo vuestras órdenes de aceptar todos los que llegaran, hemos decidido colocarlo en un rincón para que no empañe la belleza del conjunto.
       El rey que tenía una curiosidad natural, se acercó a ver aquel extraño cuadro, que, en efecto, resultaba difícil de entender. Entonces hizo algo que ninguno de los miembros de la corte había hecho y que era acercarse más y fijarse bien. Fué entonces cuando, súbitamente, todo su rostro se iluminó y, alzando la voz, declaró:
      -Éste, éste es, sin duda, el cuadro ganador.
     Los nobles se miraron unos a otros pensando que el rey había perdido la cabeza. Uno de ellos, tímidamente, le preguntó:
      -Majestad, nunca hemos discutido vuestros dictámenes, pero ¿qué véis en ese cuadro para que lo declaréis ganador?
     - No lo habéis visto bien, acercaos.
     Cuando los nobles se acercaron, el rey les mostró algo entre las rocas. Era un pequeño nido donde había un pajarito recién nacido. La madre le daba de comer, completamente ajena a la tormenta que estaba teniendo lugar.
     El rey explicó qué era lo que tanto ansiaba transmitir a su hijo el príncipe.
       -La serenidad no surge de vivir en las circunstancias ideales cono reflejan los otros cuadros con sus mares en calma y sus cielos despejados. La serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención, en medio de la dificultad, en aquello que para ti es una prioridad.

martes, 5 de febrero de 2013

PODEMOS ELEGIR

    Todo ente que vive en la naturaleza tiene lo que se llama un SER. El SER es lo que hace que ese ente exista. Todos compartimos, en mayor o menor medida, ese ser. Ese SER es fuente de sabiduría, de creatividad, de bondad y de belleza. Por eso hay que ser tan respetuoso con la naturaleza, porque todos, al nivel del ser, constituímos una unidad. No basemos nuestra relación con la naturaleza en un simple deseo de manipularla, controlarla y dominarla, sino de una forma más creativa.

     Este SER está cubierto  y la vida es la oportunidad que todos tenemos para que ese ser cada vez esté más presente en nuestro caminar. Así es como vamos creciendo y evolucionando hasta alcanzar nuestra plenitud. A medida que ese ser que vive en nuestra profundidad se va desplegando más y más a través de las capas de nuestra personalidad, cuando miramos al mundo empezamos a ver un amplio campo de juego y un enorme mundo de posibilidades y de oportunidades. Nuestra vida se llena de agradecimiento y de celebración y es esa forma particular de observar, la que nos invita a movernos hacia aquello que vemos como algo que ofrece un valor añadido a nuestra vida.

      Sin embargo, hay veces en que nuestro egoísmo, nuestro alejamiento de valores trascendentes y nuestra falta de interés por los demás, hacen que esa fuente de abundancia que es nuestro SER, permanezca dormido. Entonces, cuando miramos al mundo, contemplamos un espacio lleno de trampas, de dificultades y de peligros. Eso hace que estemos permanentemente en estado de alarma, tensos y sin un momento para relajarnos y disfrutar. Sin duda, esto es algo que puede llevarnos no sólo a vivir asustados, sino también a enfermar.
    
      Dado que la realidad es un conjunto infinito de posibilidades, yo puedo relacionarme preferentemente con aquello que es difícil, incómodo y molesto y sentirme continuamente expuesto a peligros, y por lo tanto, vulnerable, o puedo relacionarme con aquello que me invita a crecer y a evolucionar.

    Es cierto que todo está en la misma realidad, pero yo puedo fijarme y llevar mi atención exclusivamente a la parte más dura y difícil de mi existencia. Si así lo hago, mi vida se llenará de resentimiento, frustración y desesperanza. Si, al contrario, soy capaz de ver lo atractivo y valioso que hay en la vida, aunque existan dificultades y retos, no caeré en la sensación de impotencia o de desesperanza en la que se cae tan fácilmente cuando uno sólo se enfoca en lo que teme, en aquello que puede salir mal o en aquello que parece inaccesible.

        NOSOTROS PODEMOS ELEGIR EL TIPO DE PERSONAS QUE QUEREMOS SER EN CADA MOMENTO Y ESTO VA A AFECTAR AL MUNDO QUE PODEMOS LLEGAR A PERCIBIR

      Cuando afloran esa bondad y esa belleza que TODOS tenemos, las cosas se ven de forma diferente y somos capaces de hacer con alegría lo que de ninguna forma haríamos si eso mismo lo viéramos desde otra perspectiva. De eso se trata, de que CUANDO MIREMOS EN UNA DETERMINADA DIRECCIÓN EN NUESTRAS VIDAS, EN LUGAR DE VER SÓLO MUROS, BARRERAS, OBSTÁCULOS Y LIMITACIONES, VEAMOS ESE CAMPO DE JUEGO EN EL QUE UTILIZANDO NUESTROS TALENTOS, NUESTRAS CAPACIDADES Y NUESTROS RECURSOS, NO SÓLO ALCANCEMOS LAS METAS QUE PERSEGUIMOS, SINO QUE ADEMÁS, DISFRUTEMOS DEL PROCESO.

     Cada uno de nosotros puede ser en cada instante de su vida una persona que con las cartas que le han tocado juega su mejor juego, o también podemos ser una persona que, le toquen las cartas que le toquen, siempre jugará una pobre mano.
    Esta tarea de aflorar nuestro verdadero SER no es fácil y sin embargo, sí es posible, aunque requiera de nosotros un enorme compromiso. Son aquellos valores, que nos dirigen hacia nuestra plenitud, los que a base de practicarlos una y otra vez se convierten en virtudes. Son estas virtudes las que tienen el poder de hacer emerger en nosotros esa extraordinaria realidad que somos y que muchas veces permanece oculta bajo capas de ignorancia y de miedo.
     Un primer paso que podemos dar es abrirnos con humildad y con entusiasmo a la idea de que dentro de nosotros, seamos ricos o pobres, estemos sanos o enfermos,tengamos un trabajo maravilloso o no tengamos trabajo, hay algo de extraordinaria grandeza, algo que viene determinado no por lo que tenemos, sino por lo que somos. Esto hará que nos respetemos más y que no nos empequeñezcamos ni nos humillemos a nosotros mismos cuando nos encontremos en circunstancias difíciles. Esta visión de lo que todos somos no sólo puede inspirarnos, sino que también puede sobrecogernos.

martes, 29 de enero de 2013

MÁS SOBRE EL MIEDO

  Cuando entramos en este mundo con el miedo, se forman en nosotros una serie de creencias muy curiosas:

     1º Hay algo profundamente inadecuado en nosotros.
     2º El mundo es un lugar peligroso
     3º Estamos completamente solos.


      A partir de esa experiencia de pequeñez y de soledad, empezamos a desarrollar una estructura mental que se denomina EGO.


      El EGO ha de ayudarnos  a lograr varias cosas:

1º. Olvidar, ocultar o sobrellevar como sea nuestra percepción de fragilidad
2º. Superar, de la mejor manera posible, nuestra sensación de insignificancia y soledad.
3º. Ayudarnos a sobrevivir en un mundo percibido como separado de nosotros y hostil.

    De aquí podrían partir tanto nuestra necesidad de buscar el control y la seguridad, como nuestra obsesión por aparecer como seres valiosos a los ojos de los demás, y también nuestra inclinación a pertenecer a un grupo, a una colectividad.

     Si, verdaderamente nos sentimos tan frágiles y tan solos en medio de un mundo peligroso, no es de extrañar que nuestra vida esté llena de miedo y de tensión.
     También de ahí emerge esa marcada obsesión por dominar y por evitar ser dominados que está en la base de muchos conflictos humanos y de todo comportamiento violento.

    La importancia de convertirnos en observadores diferentes de la realidad es enorme, ya que vamos a comportarnos de acuerdo a lo que estamos percibiendo en cada momento. Si consiguiéramos darnos cuenta de hasta qué punto nuestra manera de prestar atención afecta a nuestra vida y a la de los demás, posiblemente tomaríamos decisiones muy diferentes de las que muchas veces tomamos.

lunes, 28 de enero de 2013

           "NO ES EL OTRO EL QUE CONSTITUYE UN OBSTÁCULO A TU LIBERTAD. ERES TÚ MISMO. SON LAS FUERZAS EN TÍ EXISTENTES LAS QUE CERCAN TU CONCIENCIA. ELLAS SON TU VERDADERO Y ÚNICO ENEMIGO"



                                        Walkman Hervé

SOBRE EL MIEDO

   En el inconsciente hay dos fuerzas bien diferentes, una que nos anula y otra que nos ayuda.

- La parte que nos anula es donde están acumulados todos los pensamientos tóxicos que hemos tomado del entorno y la cultura. Ahí están también todos los pensamientos ponzoñosos que hemos ido generando a base de hacer evaluaciones e interpretaciones distorsionadas.
- En otro espacio del inconsciente se encuentra nuestra conciencia dormida, que es fuente de sabiduría y creatividad.

     Cuando nos liberamos del miedo, este cambio en el estado mental favorece el despertar de esta última consciencia y es entonces cuando somos conscientes de aquello que nos limita, porque entra una luz que proyecta tal esplendor sobre las cosas que nos están limitando y quedan expuestas.

    De la luz de la consciencia sale la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Quien de verdad es compasivo entiende que todo el daño que nos causamos los hombres a nosotros mismos y a los demás no es por una maldad intrínseca, sino porque vivimos asustados, nos sentimos acorralados y eso nos vuelve intolerantes y agresivos. La compasión nos lleva a conectar con nuestro sufrimiento, con nuestra soledad, con nuestro miedo y con nuestra sensación de desesperanza. Somos compasivos cuando nos damos apoyo a nosotros mismos y a los demás. La compasión permite observarse con afecto y sin animosidad.

    De la ACEPTACIÓN y de la COMPASIÓN surge una nueva forma de COMPRENSIÓN y una nueva forma de ver, que se acerca a lo que denominamos SABIDURÍA.

    Igual que la luz disipa la oscuridad, la auténtica compasion disipa muchos de nuestros miedos.