lunes, 15 de abril de 2013

¿QUÉ ES PARA TI PERDONAR? ¿ES OLVIDAR?

        "Para mí perdonar no es sinónimo de olvidar, sino que consiste en que, sin olvidar lo que ha pasado, y subrayando que es bueno que conozcamos que las cosas ocurrieron así, esos acontecimientos no generen rechazo hacia la persona "perdonada" aunque sí pueda rechazarse sin paliativos lo que pudo haber hecho.

     Es antinatural pedir a alguien que olvide. Lo ocurrido permanece en la memoria. Y la memoria que más se afianza es la emocional. Si somos precisos con las palabras, olvidar implica borrar u registro en la memoria. Pero yo no puedo borrar, a voluntad, por más que quiera, un registro en la memoria. Lo que sí puedo conseguir es que ese registro tenga un peso determinado y no uno mayor de lo que le corresponde. De lo contrario, mi vida puede quedar esclavizada por ese recuerdo.

     El perdón reduce, o incluso anula, el peso negativo de las malas experiencias de mi vida. Puedo perdonar a una persona y sencillamente no querer volver a verla nunca más. Pensaré: "aquello ocurrió. Te perdono, no siento ira contra ti, no tengo ningún deseo de venganza pero tus valores y los míos no son compatibles, no tengo por qué vivir contigo".

      Olvidar no necesariamente es bueno. Imaginad que alguien ha abusado de vosotros. Eso te ha llevado a la ira, al odio, al rechazo.. Con todo, llega un momento en que perdonas y dices: " Me acuerdo de que abusaste de mí. Lo recuerdo, y aún así, te perdono, y de este modo te dejo marchar y me libero a mí mismo..." El perdón libera mucho más al que perdona que al perdonado.

¿Y ese no olvidar no puede entenderse como rencor?

     Somos frágiles, vulnerables e imperfectos y, aún así, también somos extraordinarios. Una cosa es reconocer que el recuerdo emocional  existe y otra cosa es que uno viva anclado a ese recuerdo.

      Lo que hemos vivido forma parte de lo que somos, pero no necesariamente determina mi forma de vivir y de relacionarme con los demás, aunque pueda, eso sí, condicionarla.

      A quien vive en el rencor y el resentimiento, algo le come por dentro, porque no se ha liberado, no ha perdonado. El perdón ayuda a construir un futuro que no sea una simple prolongación del pasado.

¿Y si tengo un trauma es porque no perdono?

     No necesariamente. "




Mario Alonso Puig. del Libro "La respuesta"

jueves, 4 de abril de 2013

LA LIBRE ELECCIÓN DEL SER HUMANO

       ¿Qué es el mal? El mal es todo aquello que atenta contra la naturaleza humana por privación de un bien necesario. Por ejemplo, ¿es la ceguera un mal? Lo es, ya que te priva de un bien necesario que es la visión.
     Hay que distinguir entre los males físicos y los males morales. Un mal moral es todo aquello que te impide desarrollarte como ser humano, florecer y alcanzar tu plenitud.
     Si aceptamos que hay gente que nace determinada a ser mala, no podemos determinar que el ser humano es libre. Sí podemos decir que hay condiciones temperamentales que pueden generar una mayor inclinación al mal. Pero yo, en el ejercicio de mi voluntad libre puedo elegir no dejarme arrastrar por mi tendencia. También puedo renunciar al ejercicio de mi voluntad y dejarme llevar por la facilidad. Puedo tomar una posición de víctima..., es decir, por ejemplo: "mi familia me ha humillado desde que nací; lo normal es que yo esté determinado a humillar también a la mía". Esto no se sostiene, porque si bien hay personas que han pasado por esta situación y han hecho de sus vidas una advertencia, hay otras muchas que ante las mismas circunstancias han hecho de sus vidas un ejemplo enormemente inspirador.

      Somos espíritus encarnados. Y por eso, aunque en nuestro interior hay una inclinación a dominar a los demás, también hay una inclinación hacia el encuentro a través de la compasión y el amor.

     Los indios navajos en Nuevo México cuentan una historia preciosa que es la base de su filosofía: "Dentro de mí está teniendo lugar una gran batalla: por un lado está el águila majestuosa. Todas las acciones del águila están llenas de verdad, de bondad y de belleza. el águila que habita dentro de mí vuela por encima de las nubes. Y aunque a veces baja a los valles, siempre deposita sus huevos en la cumbre de las altas montañas. Pero dentro de mí, también vive un terrible lobo. Él representa lo peor que hay en mí, se sustenta sobre mis propias caídas y justifica su presencia diciendo que él es también parte de mí. ¿Quién ganará esta gran batalla? Aquel a quien yo cada día alimente".
        ¿Y cómo se entrena uno para aplacar al lobo? El lobo se nutre, fundamentalmente, del ensimismamiento, del narcisismo, de la autosuficiencia, del creerse más que los demás y de estar obsesionado con ser valorado y reconocido por lo que eres y por lo que haces. Cuando el egocentrismo alcanza ese nivel el lobo está en su terreno.
    Un filósofo austríaco, Martin Buber, decía que cuando nos convertimos en el centro del círculo, entonces somos incapaces de ver las inquietudes y las necesidades de los demás. Es entonces cuando alimentamos al lobo. Sin embargo, cuando comprendemos que todos tenemos sueños, tristezas y necesidades y ayudamos a otros a alcanzar sus sueños, a mitigar sus tristezas y a cubrir sus necesidades, entonces es como si abandonáramos ese círculo de nuestro egocentrismo y facilitáramos que apareciese una elipse. La elipse tiene dos centros que somos tú y yo. Cuando en nuestra relación construimos una elipse estamos alimentando al águila.