martes, 17 de septiembre de 2013

Una gran lección

    Son muchos los pacientes que he visto desde el dia que me propuse hacer de las terapias manuales mi profesión, muchos. A todos y a cada uno de ellos los guardo en mi corazón por distintas causas, pero él llegó en el momento justo, respondiendo a mis dudas mas profundas y con su presencia, sus lágrimas, su emoción y sus palabras llenaron mi corazón plenamente.

    Sentí que estabas a punto de partir de este mundo y de eso hablé con tu cuerpo, pero sentí que habías cumplido tu misión, habías aprendido aquello que estaba planeado que aprendieras y creo que te has ido tranquilo y sereno, aunque muy joven. Me hubiera encantado que continuaras en esta vida con esa nueva actitud, con esa nueva forma de afrontar las cosas, pero una vez más me doy cuenta que la última palabra la tiene Él y que nosotros estamos para aceptarla y así, vivirla.

    Gracias por tu lección de vida, gracias por tus palabras que se quedarán en mi corazón y en mi alma siempre. Gracias por venir ese día y a dejarme el mensaje que estaba esperando.

    Gracias, Beltrán.


  Te mandaré mucha luz para que sigas iluminándote.

viernes, 13 de septiembre de 2013

         Querer sanar es una decisión que hay que tomar, no digo que sea fácil, ni la decisión, ni el proceso; pero si quieres, si anhelas reencontrarte, deberás decidirlo TÚ. Este es un camino muy personal.

    La vida se ocupará de darte todo lo que necesitas para sanar, no te preocupes, te dará a las personas adecuadas, el espacio adecuado, el cuidado, la protección que necesites. Ella quiere verte feliz, que fluyas, que florezcas.

     Si tu intención es evolucionar, conciliarte contigo misma/o y aprender a honrarle, la vida te apoyará incondicionalmente.
   
       Te mostrará el camino con amor y gentileza, no necesitarás hacer nada, sólo focalizar tu intención en reencontrarte.

      Tienes que estar preparado a sentir, a aprender de lo que la vida te presente y elegir.




- DEl libro. "En nombre del Amor"- Elena Vander.
      Muchos de nosotros nos preguntamos: "Si somos capaces de tantas cosas, ¿por qué no vivimos todos juntos en alegría, apertura y paz? ¿Por qué hay tantas guerras, violencia y tragedias en el mundo? ¿Por qué algunos nos sentimos vacíos por dentro? ¿Por qué estamos celosos, enfadados, atemorizados, deprimidos o incluso tenemos tendencias suicidas? ¿Por qué discutimos con las personas que nos rodean? ¿Por qué corremos tanto, pasando de una relación a otra, de un trabajo a otro, buscando siempre algo mejor, otro aparatito más nuevo? ¿Por qué algunos de nosotros nos refugiamos en el alcohol, las drogas, el sexo o la comida? ¿Por qué nos castigamos a nosotros mismos, a nuestros hijos, a nuestros amigos? ¿Por qué nos sentimos tan limitados e impotentes?"

      La respuesta más simple es que nos hemos olvidado de quién somos. Esa base de apertura, claridad y amor queda cubierta, en parte por la forma en que estamos estructurados como seres humanos y en parte por las experiencias y las lecciones que aprendemos a lo largo de la vida.

    Hay una antigua historia budista sobre un luchador que llevaba una joya en el pelo. Durante un combate con otros luchadores, recibió un golpe en la cabeza y, sin darse cuenta, se le incrustó la joya en la herida. Cuando se le curó, la joya quedó cubierta con la cicatriz. El pobre luchador se pasó el resto de su vida buscando la joya, sin descubrir que la llevaba en su interior.

    Esa es la situación en la que la mayoría de nosotros nos encontramos. Creemos en lo más profundo que hemos perdido algo muy valioso y lo buscamos constantemente fuera de nosotros mismos, sin darnos cuenta de que lo llevamos en nuestro interior allí donde vamos.

     Pero si miramos debajo de las cicatrices, de las heridas que hemos sufrido en la vida, podremos redescubrir  esa joya, ese amor básico e incondicional. Podremos limpiarla y pulirla hasta que brillen todas sus facetas. Del mismo modo, podremos redescubrir el amor esencial, alimentarlo y cultivarlo hasta que se convierta en bodhicitta, una preocupación profunda y activa por el bienestar de los demás.